Hace algunas semanas, durante el curso “Educación, Sujeto y Subjetividad” de la maestría en educación, viví una de las mejores experiencias de formación, fue un proceso bastante integral en donde no sólo se adquirieron aprendizajes técnicos sino también competencias intra e interpersonales para el ejercicio de la docencia. El proceso de evaluación, que lo entiendo como un proceso continuo de valoración del aprendizaje, de seguimiento permanente de las actitudes, conocimientos y destrezas, en esta clase se experimentó tal cual dicha definición. En cada actividad evaluativa se tenían en cuenta no sólo las rúbricas o criterios, que facilitan la consecución de objetivos por parte de uno como estudiante sino que también vuelve el proceso evaluativo más objetivo. Particularmente en un ejercicio final, en el que dictamos una clase magistral no convencional al grupo de compañeros, en el proceso de evaluación se contemplaron sus tres formas: primero, el grupo nos aportaba su retroalimentac...